miércoles, 8 de junio de 2011

5ª Etapa. Aldeanueva del Camino - Salamanca



Salimos de inicio por carretera, para después continuar por la reconstruida Calzada que nos lleva hacia la ermita del Humilladero, a las puertas de Baños de Montemayor. No hay mejor comienzo posible que afrontar la subida al Puerto de Béjar por el tramo de la calzada romana que aflora a la salida de Baños de Montemayor, restaurado en la década de los 70. La subida se torna más agradable, evitando el asfalto y las revueltas de la N-630.

En plena ascensión, decimos adiós a Extremadura y nos adentramos en Castilla por la provincia de Salamanca (en el límite de provincias hay una alcantarilla romana). La senda nos devuelve de nuevo a la carretera y por ella alcanzamos el alto.

La presencia de miliarios gana por goleada a cualquier otro tipo de vestigios romanos que aún sobreviven en la Calzada milenaria. Siguiendo la Calzada, tras el puente de la Magdalena (popularmente de La Malena), un corral a mano derecha guarda uno de los miliarios mejor conservados de toda la Vía: se trata del número CXXXIII, quizás el miliario con más inscripciones de toda la Vía.

Disfrutamos de un tramo de 3 km junto al río, que discurre a nuestra derecha; enlazamos de nuevo con la antigua Calzada, que sube bruscamente para después suavizarse hasta llegar a Calzada de Béjar. Salimos de la localidad por carretera, aunque enseguida volvemos a coger el Camino, para llanear durante 6 km por el valle del Sangusín.

No tardamos en cruzar Valverde de Valdelacasa para tomar la carretera que cubre la antigua Calzada y que nos conduce, en suave pero constante subida, hasta la siguiente población: Valdelacasa. A 2 km sale la Calzada, recientemente recuperada. Rodeados de robles, aún retomamos una vez más la carretera, para llegar por ella a Fuenterroble de Salvatierra.

Abandonamos el asfalto y continuamos por una amplia vereda de ganados bajo la que se disfraza la Calzada, que en línea recta nos lleva hasta el paraje conocido por la Fuensanta. El paisaje lo forman algunas encinas diseminadas por el pasto y dos cercas de hormigón y alambre que delimitan la anchura del cordel.

Llegamos hasta el arroyo de Navalcuervo y, tras un pequeño repecho, a un encinar donde se alza una cruz de madera y una choza construida con ramas. Iniciamos aquí la subida al Pico de la Dueña, la cota más alta desde Sevilla, donde se alza una gran cruz de Santiago, que se encargó de subir el párroco de Fuenterroble, Blas Rodríguez.

Bajamos y continuamos al lado de la carretera hasta la dehesa de Calzadilla de los Mendigos. A la izquierda, los restos de una iglesia en cuya puerta hay dos miliarios incompletos. Seguimos por carretera hasta San Pedro de Rozados. Por una amplia y despejada pista que, en línea recta, sigue el tendido de postes telefónicos, llegamos a Morille.

Tras varios toboganes, cambia el paisaje y nos internamos por una zona más agradable poblada de encinas. En breve, vemos al frente un universo menos verde y más ocre que nos anuncia la llegada de las pistas de concentración y el adiós al cobijo de la sombra. Por esta llanura que empieza a monopolizar todo se llega a la vega del Tormes y su puente romano para entrar en Salamanca.

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